Una luz que no cesa
Jose Ángel, de Madrid
Un día soleado estás con tu chica de puente por Teruel y al día siguiente ingresado en el hospital con inflamaciones en el sistema nervioso y sin sensibilidad en las piernas. Y todo va muy rápido hasta que te pones delante del neurólogo para que te dé las notas de un examen muy difícil para el que no has estudiado.
Desde el momento en que descuelgas el teléfono para hacer uso del seguro de salud que hiciste «por si acaso», porque con 34 años eres inmortal, tienes personas preocupadas de verdad por ti; la chica que te gestiona los volantes, tu asesor en la oficina, el médico, que te entiende mejor que tú mismo. Todo lo que pasa en MAPFRE es como si lo hiciese tu madre: sabes que lo hará lo mejor que pueda. Con esfuerzo y honestidad.
Aprobado ese «examen», hoy tengo el seguro yo, pero también mi mujer. Y mi bebé de dos meses lo tendrá en breve. Y porque no tengo más hijos… De momento. Porque los quiero a todos igual de cuidados que me siento yo. Muchas gracias.