Hace 2 años

Andrea, de Tenerife

Una mañana en plena pandemia, estaba en mi casa, en pijama y descalza. Sonó el telefonillo y era el mensajero que traía una caja para mi, le pedí que subiera hasta mi piso.

La noche anterior, como todas las noches, había cerrado con doble llave y había dejado la llave puesta. Cuando el mensajero timbró, abrí la puerta y salí a recibir la caja. Justo en ese momento, una brisa fuerte cerró la puerta tras de mi dejándome en la calle, en pijama y descalza, con la única compañía de una gran caja. Toqué en la puerta de algunos vecinos y pedí que por favor llamaran a MAPFRE y le contaran lo ocurrido. En menos de media hora había un cerrajero de MAPFRE que consiguió abrir la puerta a pesar de tener la llave pegada y me permitió volver a entrar a mi casa. Solo tuve que plasmar mi firma y nada más. Que alegría sentí de poder contar con MAPFRE en esos momentos.